Después de experimentar la felicidad de saber que vas a tener un hijo y compartirla con todas las personas que amas, lo más probable es que comiences a pensar en lo que necesitarás tan pronto hayas dado a luz, especialmente si es tu primera vez. Es entonces cuando le pides consejo a otras madres y buscas por internet y foros de maternidad en busca de ayuda.
Una de las cosas sobre lo que quizás tengas dudas, es si comprar o no un cojín de lactancia. Aquí te explicamos cuáles son sus beneficios y desventajas, así como la mejor forma de utilizarlo para que sea más cómodo y provechoso ese acto de amor que es la lactancia materna.
El cojín de lactancia… ¿Es necesario?
Quizás parezca fácil amamantar a un bebé. A fin de cuentas, toda madre sabe cómo elegir la mejor posición para hacerlo sin necesidad de cojines de ningún tipo. Si acaso podrá utilizar uno o dos cojines normales para sentirse más cómoda.
Sin embargo, los cojines de lactancia son bastante recomendables ya que están diseñados para mejorar la postura de la madre, proteger al bebé mientras está siendo amamantado y asegurarse de que su boca quede a la altura del pezón.
Esto evita muchos problemas causados por una succión inadecuada, como por ejemplo la formación de grietas, dolor e irritación del pezón o simplemente que a tu criatura le cueste trabajo conseguir toda la leche que necesita.
Los cojines de lactancia tienen la ventaja adicional de ser útiles incluso para las embarazadas, cuyo cuerpo sufre cambios que alteran la postura habitual y hacen un poco más difícil colocarse en una posición confortable. Sería bueno que usaras un cojín de lactancia durante tu período de gestación cuando te recuestes sobre una butaca o sillón, y también a la hora de dormir.
Aunque puedes amamantar de pie o acostada sobre la cama, lo más probable es que prefieras hacerlo sentada. Si usas un cojín de lactancia, una vez acomodado el bebé cerca de tu pecho, solo debes colocar el cojín encima de su cuerpecito. Así podrás amamantarlo sin tener que sostenerlo todo el tiempo ni echarte hacia delante, y además descansarás los brazos sobre el cojín, manteniendo libre uno de ellos.
Con esto evitas tensiones innecesarias en los brazos y consigues una posición más relajada que permite reposar la espalda, previniendo sobrecargas en las zonas lumbar y cervical. Como resultado, te encuentras más cómoda y segura, tu niño puede descansar sobre una superficie agradable, y la lactancia es más placentera y beneficiosa para los dos.
Tipos de cojines para amamantar bebés
Si te decides a comprar un cojín de lactancia, verás que los hay de varios tamaños, formas y consistencia. Pueden estar rellenados de lana, fibras de poliéster, microperlas o semillas naturales. En todos los casos, siempre se recomienda que sea transpirable, para evitarles a ti y a tu niño un exceso de calor.
El cojín de lactancia más común es el que tiene forma de herradura o U. Es muy cómodo para usar fuera de casa, se ajusta perfectamente a la cintura de la madre y está concebido para colocar al bebé por encima. Algunos incluyen una almohadilla especial para el niño.
El cojín en forma de churro o serpiente es largo y abierto, con un relleno más blando que el de herradura. Se le conoce también como cojín maternal o de embarazo, ya que también se utiliza durante el período de gestación. Si este es tu caso, puedes colocarlo entre las piernas para aliviar los dolores en el nervio ciático, cosa que comúnmente afecta a las embarazadas. Sin embargo, resulta más difícil de emplear fuera de casa.
Tanto para el modelo de herradura como para el de serpiente, existe una serie de aditamentos como los bolsillos para enseres maternos y protectores que evitan el escape de los fluidos del bebé, como regurgitaciones y heces fecales. También sobran los modelos ergonómicos y casi todos vienen con fundas lavables y antialérgicas.
Entonces, ¿Cuál elegir?
Los cojines de lactancia son especialmente útiles para madres primerizas, pues permiten una mejor adaptación a la postura óptima para darle el pecho al bebé. También son muy convenientes para aquellas madres que dieron a luz por cesárea, ya que ofrecen la ventaja de amamantar al bebé sin necesidad de apoyarlo sobre el vientre.
Aquellas madres que tengan mellizos o gemelos, pueden usar cojines de lactancia de mayor longitud para dar de mamar simultáneamente a sus dos pequeños, si bien es importante saber que existen modelos particularmente destinados a este propósito.
Cabe destacar que el tamaño del cojín de lactancia elegido debe ir con la complexión física de la madre. De lo contrario, el cojín podría dejar al bebé muy alto con respecto al pecho o, por el contrario, situarlo en una posición demasiado horizontal. Otro inconveniente sería que la madre se adaptase a tal punto a amamantar con el cojín, que no supiera después como hacerlo de manera natural.
Con todo, lo mejor antes de comprar el cojín de lactancia más adecuado, es que lo pruebes y consultes con otras madres que hayan utilizado uno similar. De esta forma tendrás mayor éxito eligiendo aquel que mejor se adapte a tus necesidades y las de tu pequeño
Usando el nuevo cojín
El cojín de lactancia puede emplearse, a partir de los 2 meses, para recostar al bebé boca arriba. Para cuando cumpla los 6 meses, debe usarse durante 10 minutos al día como apoyo bajo el pecho del niño, lo que le permitirá ejercitar los músculos del cuello y la espalda mientras mantiene esa zona bien erguida.
Otro uso importante del cojín de lactancia es como barrera para cuando el niño duerme. Numerosos estudios han comprobado que los bebés han de dormir de preferencia boca abajo y nunca boca arriba, porque pueden sufrir asfixia o bronco aspirar flemas o reflujo. Si tu hijo tiende a dormir muy intranquilo, el cojín de lactancia alrededor de su cuerpo le impedirá voltearse sobre su espalda.
Una vez llegados los 9 meses, el cojín de lactancia puede emplearse como asiento para el bebé rodeándole el trasero y ambos laterales del torso, aunque lo mejor es que el pequeño haga un esfuerzo por alcanzar su propia postura con total libertad de movimiento.